Sábado 21 de Abril 17:30 h
C/ San Blas 1 (bajo) Alcorcón
Centro Social Pablo Picasso
Inscripciones: pcealcorcon@gmail.com
Funcionamiento: Consiste en un sistema de clasificación por
grupos en función del número de participantes. Se clasificarán primera y
segunda de cada grupo, después se enfrentarán primero contra segundo de
cada grupo y por último pasaremos a las fases finales mediante
enfrentamiento eliminatorio directo. Habrá premios de LaLokomotora.com
para las ganadoras incluyendo una camiseta de la selección republicana
de fútbol. Además contaremos con una exposición cortesía del compañero
Álex Pérez de pegatinas políticas de Alcorcón desde los años 90 que nos permitirán hacer un recorrido por los distintos colectivos que han trabajado el barrio.
¡Te esperamos!
Por Alexandre García
“El ajedrez aporta la prueba indiscutible de la superioridad de la cultura socialista sobre la cultura decadente de las sociedades capitalistas.”
(Alexander Kótov, obrero y ajedrecista)
De muchos es conocida la hegemonía cuasi absoluta que tuvo la URSS en
el ajedrez mundial durante la segunda mitad del siglo XX. De las 19
ediciones del Campeonato Mundial de Ajedrez celebradas entre 1948 hasta
la disolución de la URSS, sólo hubo una ocasión en la cual el título
mundial fue conseguido por un no-soviético (concretamente en 1972 por el
estadounidense Bobby Fischer, quien de hecho había aprendido ruso para
poder leer los manuales soviéticos de teoría). Todos los demás
campeonatos fueron ganados por jugadores soviéticos. Algo parecido se
puede decir de las Olimpiadas de Ajedrez por países, en las que la URSS
mantuvo una hegemonía prácticamente ininterrumpida a partir de 1952
(exceptuando las Olimpiadas de Tel Aviv 1964, que la URSS boicoteó, y
las de Buenos Aires 1978 en las que la República Popular de Hungría dio
la gran sorpresa).
Esto en cuanto al ajedrez masculino. En el ajedrez femenino [1], la
dominación fue aún más abrumadora. La URSS venció en prácticamente todas
las ediciones del Campeonato Mundial Femenino de Ajedrez para mujeres
celebradas entre 1950 y 1988 (siendo el campeonato de 1991 ganado por la
china Xie Jun), y ello si no contamos con que la jugadora de
nacionalidad anglo-checoslovaca Vera Menchik ya lo había ganado en 1927
representando a la URSS. Y en lo que respecta a las Olimpiadas de
Ajedrez femeninas ocurre lo mismo: la URSS se proclamó ganadora de
manera continuada desde su primera edición en 1957 hasta 1986 (las
ediciones de 1988 y 1990 siendo ganadas, también, por la República
Popular de Hungría).
Pero de lo que se es menos consciente es que aquellos logros
tremendos llevan indudablemente el sello de la Gran Revolución de
Octubre. Gracias al impulso de la Revolución, la URSS consiguió ser un
país donde el ajedrez alcanzó el rango de deporte nacional, de donde
salió una cantidad innumerable de Grandes Maestros, y que contribuyó
enormemente al ajedrez en el plano teórico, cosa reconocida hoy sin
falta por jugadores, especialistas y docentes de todas las opiniones
políticas.
Y es que la popularidad que tuvo este juego en la URSS, y el
importante lugar que ocupó en la formación intelectual de la sociedad,
fueron posibles gracias a un meticuloso trabajo por parte del gobierno
soviético a partir de 1917, mediante una política de captación y
entrenamiento de talentos infantiles ya desde la escuela, y gracias al
cuidado con el que se trataba a los jugadores para que pudiesen
desarrollarse hasta niveles profesionales. Tras el triunfo de la
Revolución y en la Guerra Civil Rusa (1918-1921), Lenin, que decía que
el ajedrez era “la gimnasia de la mente”, así como el conjunto
del Partido Comunista (bolchevique), tomaron medidas resueltas para
conseguir darle un prestigio intelectual a la nueva Rusia. Los
soviéticos quisieron dar un golpe en la mesa, en un afán de demostrar
que, en un deporte intelectual, podían ser los mejores.
Antecedentes
Hay que subrayar que previamente a la Revolución, ya existía un
cierto caldo de cultivo. El ajedrez se practicaba con cierta dedicación
en el Imperio Ruso desde el siglo XVIII, pero estaba reservado para las
élites aristocráticas y burguesas: de los 70 millones de personas que
habitaban el Imperio, apenas un par de miles practicaban el ajedrez con
asiduidad, y solo unos cientos frecuentaban clubes y torneos. La escasez
de medios era tal que las personas que poseían algún libro sobre
ajedrez no pasaban de las 150.
A pesar de ello, surgió alrededor de una veintena de jugadores que
jugaban a un nivel magistral, como Petrov, Shumov, Schiffers, o el más
importante de ellos, Mijaíl Chigorin (1850-1908), considerado como el
padre de la llamada “escuela rusa de ajedrez”. Pese a no hacerse nunca
con el título de campeón del mundo oficial, Chigorin estuvo en la élite
mundial entre 1883 y 1898, compitiendo con jugadores de la talla de
Wilhelm Steinitz o Emmanuel Lasker, y llegando incluso a disputar el
match por el título mundial en La Habana en 1892 contra el mismo
Steinitz.
Chigorin fue un jugador creativo, algo irregular en las
competiciones, pero que hizo grandes contribuciones a la teoría
ajedrecística. Partidario del juego abierto y de la belleza para
alcanzar la victoria, fue de los pocos que se atrevieron a refutar
algunas de las ideas posicionales de Steinitz que predominaban en la
época [2]. Chigorin defendía que lo fundamental era un rápido desarrollo
de las piezas para atacar rápidamente el enroque del rival, y no tanto
el ir acumulando pequeñas ventajas. (lo que hoy se llamaría un jugador
de ataque). Respondía a las aperturas cerradas defendidas por Steinitz
con defensas que no estaban en la teoría, pero que degeneraban en
partidas cuyas posiciones se volvían muy abiertas. De esas innovaciones
nació, por ejemplo, la llamada “Defensa Chigorin” contra el Gambito de
Dama. Si bien esta última no ha alcanzado nunca una gran popularidad, lo
cierto es que las ideas de Chigorin supusieron un gran avance en la
teoría de aperturas, y sus ideas sirvieron de base sobre la que después
se desarrollaría la escuela soviética.
Chigorin desempeñó un importante papel para que el ajedrez adquiriera
popularidad en Rusia, organizando los primeros torneos exclusivamente
para jugadores rusos. Con las ganancias, impulsó varias revistas de
ajedrez, como “El heraldo de ajedrez” y “La hoja de ajedrez”,
que sacaban unos pocos cientos de ejemplares y apenas se sostenían
económicamente. En ellas colaboraban con asiduidad grandes maestros
rusos, gracias al tiempo libre que les dejaba la falta de torneos.
Gracias a los esfuerzos de Chigorin y otros colaboradores, a
principios del siglo XX ya eran unos 500 en Rusia los aficionados a la
práctica organizada del ajedrez. De ellos, medio centenar ya era capaz
de competir con los Grandes Maestros de Europa. Pero el nivel de los
jugadores rusos aún estaba lejos de alcanzar al de los jugadores
alemanes o austriacos.
La misma URSS reconocería más tarde la contribución de Chigorin al
ajedrez soviético, cuando en 1958 emitió un sello conmemorando a este
jugador.
Chigorin influyó de manera especial en otro jugador, Alexander
Alekhine, campeón del mundo en 1927, 1929, 1934 y 1937, y que antes de
la I Guerra Mundial, ya cosechaba éxitos en torneos de ajedrez, siéndole
entregado el título de Gran Maestro por el mismísimo Zar.
Es difícil relacionar directamente a Alekhine con la URSS, puesto que
en el momento de ganar sus cuatro títulos mundiales había adquirido la
nacionalidad francesa, y además no era precisamente un bolchevique (su
padre era terrateniente y su madre era hija de un empresario). De hecho,
con la Revolución de Octubre su familia fue despojada de sus bienes,
por lo que emigró a Francia, adoptando la nacionalidad francesa en 1925.
No obstante, su carrera coincide parcialmente con la aparición de la
URSS, y de hecho, se encontraba en Moscú durante la Revolución.
Exponente de la llamada escuela hipermoderna de ajedrez, el juego de
Alekhine encerraba una gran riqueza de ideas y una desbordante fantasía.
Según Gary Kaspárov fue “probablemente el primer profesional de ajedrez”.
Era un jugador muy serio, con una gran capacidad de trabajo, y
excelente en muchas facetas del juego. Era un virtuoso del ajedrez de
ataque, cosa que aunaba con una técnica exquisita para los finales
(hasta el punto de que fue capaz de vencer al gran experto en finales
José Raúl Capablanca en el Campeonato Mundial de 1927) y un profundo
sentido estratégico. Pese a ser un personaje polémico y políticamente
reprobable [4], la escuela soviética siempre consideró que había un hilo
rojo entre el ajedrez dinámico de Chigorin y Alekhine y el gusto por el
juego de ataque de jugadores soviéticos como David Bronstein o Mijaíl
Tal.
El impulso de la Revolución de Octubre
Como hemos apuntado antes, a principios del siglo XX, el ajedrez
estaba reservado para unas élites restringidas. Esta situación empezó a
cambiar radicalmente a partir de la Revolución de Octubre. Siguiendo las
directrices de Lenin, los bolcheviques orientaron el juego hacia toda
la población, promoviéndolo en la educación primaria, donde pasó a ser
una asignatura complementaria. Veían en la práctica del ajedrez un medio
para conducir el ideario, la conducta y la disciplina comunista, pues
los valores de este juego –paciencia, disciplina, capacidad intelectual y
trabajo colectivo (el ajedrez es un juego de equipo, en el que cada
pieza debe coordinarse con las demás)– se ajustaban al sistema de
valores que se deseaba defender en la nueva sociedad socialista. Según
Nikolai Krylenko, Comisario del Pueblo para Asuntos Militares, el
ajedrez era “una expresión de los modos marxistas de pensamiento”.
Además, las condiciones económicas de la nueva Rusia empujaban a
ello. Tras siete años de guerra con Alemania y guerra civil, la pobreza y
la devastación de la economía eran abrumadoras. Los dirigentes
bolcheviques vieron en el ajedrez un medio barato de prestigiar a la
URSS, pues no requería de grandes inversiones. Para impulsar este juego,
no hacen falta pistas de atletismo, ni gimnasios ni estadios de futbol,
sólo un tablero de madera, unas piezas y un reloj.
Anatoli Kárpov describió aquella época con estas palabras: “[el ajedrez] era
parte de la vida de la alta sociedad rusa y también lo jugaban algunos
grandes escritores y científicos en la época imperial. Tras la
Revolución, el nuevo poder decidió que Rusia era un país con mal nivel
educativo, porque después de la Revolución muchos intelectuales dejaron
el país. Eso provocó que hubiera que construir una nueva, por así
decirlo, inteligencia o población bien formada. Pensaron que una de las
formas más sencillas e inteligentes para hacerlo era a través del
ajedrez… El nuevo poder decidió utilizar el ajedrez para educar a la
gente y tuvo éxito.”
La gran tarea de divulgar el ajedrez recayó primero sobre Alexander
Ilín-Zhenevski –que se hacía llamar así en recuerdo a su exilio en
Ginebra suiza en la época de la lucha en clandestinidad de los
bolcheviques–, comisario de la Organización General de Reservistas de
Moscú. Gran aficionado al ajedrez, introdujo su práctica en el Ejército
Rojo. Estaba convencido de que el ajedrez podía jugar un papel
importante en el plano político y que debía estar subordinado a la lucha
ideológica.
Los primeros progresos tardaron poco en llegar. Antes de la guerra
civil (1918-1921), los sindicatos ya organizaban un pequeño torneo en la
República Soviética de Transcaucasia. Después, en plena guerra civil,
Ilín-Zhenevski organizó la primera Olimpiada de Ajedrez de la República
Socialista Federativa Soviética de Rusia en octubre de 1920. Aquel
torneo supuso el aldabonazo inicial para la organización de otros muchos
otros en Moscú y Leningrado, como el torneo Internacional de Moscú de
1925 en el que Ilín-Zhenevski se convirtió en el primer soviético en
derrotar al campeón mundial José Raúl Capablanca.
En 1924 se fundó la Sección de Ajedrez del Consejo Supremo de Cultura
Física, y después se fundaron secciones similares en los Consejos de
Cultura Física locales. El comandante en jefe del Ejército Rojo Nikolái
Krylenko, a cargo de la misma, lanzó la consigna: “¡Llevad el ajedrez
a los trabajadores! Debemos acabar de una vez por todas con la
neutralidad del ajedrez, hemos de organizar brigadas de choque de
jugadores de ajedrez y empezar de inmediato a cumplir el plan quinquenal
del ajedrez.”
La escuela soviética se puso en marcha, caracterizándose por un afán
de descubrir jóvenes talentos desde muy temprana edad, con un sistema de
entrenamiento al más alto nivel, lográndose grandes avances en los
métodos de enseñanza. De esta manera surgieron entrenadores de ajedrez
altamente especializados como Romanovsky, Rabinóvich y Levenfish, los
cuales, asesorados por especialistas en psicología y pedagogía como
Vigotsky, Luria y Leontiev, idearon un sistema de enseñanza de máximo
desempeño. Así, el ajedrez llego a tener un lugar reservado en los
palacios de pioneros, en los que siempre había siempre una sección de
ajedrez compuesta por niños de entre 6 y 17 años.
El sistema educativo soviético se ocupó trató desde el principio de
llevar el ajedrez a las escuelas y las fábricas. Ello hizo posible la
aparición de jugadores de alto nivel con un origen muy humilde, cosa
absolutamente impensable en aquella época en Occidente. Ejemplo de ello
lo tenemos en Alexander Kótov, hijo de un obrero de Tula, ingeniero de
profesión y ganador del Torneo Interzonal de Estocolmo de 1952, por
delante de Petrosián.
El número de aficionados en la URSS se disparó durante los años 20 y
30. De unos 1000 jugadores registrados en 1923, se pasó a 150.000 en
1929. Los sindicatos y los clubes de trabajadores fueron el alma de este
movimiento de apasionamiento por el juego. A finales de los años 20,
cada sindicato tenía un equipo con 28 jugadores registrados. Para
hacernos una idea del lugar que ocupaba el ajedrez entre buena parte del
proletariado soviético, baste decir que la fábrica automovilística
Likachov de Moscú contaba con clubes de 26 deportes diferentes, siendo
el de ajedrez el más grande. También se organizaban competiciones entre
universidades e institutos científicos.
El resultado de décadas de dedicación al ajedrez fue que a mediados
de los años 80, un total de 4.200.000 personas estaban inscritas en la
Federación Soviética de Ajedrez, de las que más de un centenar poseía el
título de Gran Maestro. Cada año, cientos de miles de niños
participaban en el torneo “Torre Blanca”. En total, se estimaba que unos
12 millones de ciudadanos jugaban al ajedrez con asiduidad.
Inicio de la supremacía soviética
Después del final de la II Guerra Mundial, el trabajo realizado por
el gobierno de la URSS empezó realmente a dar sus frutos. Ello se
materializó en la persona de Mijaíl Botvínnik (1911-1995), patriarca del
ajedrez soviético, seis veces campeón de la URSS y cinco veces campeón
del mundo (en 1948, 1951, 1954, 1958 y 1961). Fue el primero de la larga
serie de jugadores soviéticos que dominaron el ajedrez mundial durante
la segunda mitad del siglo XX. Según Gary Kaspárov, con Botvínnik se
produce en el ajedrez un “salto verdaderamente revolucionario”.
Botvínnik fue el precursor del llamado método soviético de
preparación, un aspecto del juego que en sí mismo es una de las grandes
contribuciones de la URSS. Este cuidadoso sistema de preparación fue
hecho posible gracias al apoyo que los jugadores recibían del Estado. A
diferencia de en Occidente, a los jugadores soviéticos se les
suministraba todo el apoyo económico y material necesario, y se les
ponía al corriente de la práctica y las innovaciones teóricas en todo el
mundo, facilitándoles gran cantidad de libros, revistas, boletines,
etc., que se publicaban permanentemente en la URSS. Bobby Fischer
siempre afirmó envidiar el respeto y el apoyo económico que los
jugadores soviéticos recibían por parte del Estado.
En su libro La Escuela Soviética de Ajedrez, Botvínnik decía: “Debe
darse crédito a los maestros soviéticos por haber elaborado métodos de
preparación. El nuestro está disponible para todos y podemos asumir que
la mayoría de los maestros soviéticos lo emplea cuando se prepara para
alguna competición importante. La parte más destacada del sistema
consiste en la preparación de aperturas, entrenamiento físico, prácticas
para corregir defectos; también cuestiones relacionadas con la rutina
de los torneos”.
Los manuales de preparación de la URSS hacían especial hincapié en la
importancia de tener una buena condición física, de tal manera que se
aconsejaba a los jugadores que participaran en los programas de
entrenamiento físico del GTO (Gotov ka Trudu i Oboronnie, “Preparación para el Trabajo y la Defensa de la URSS”).
Los entrenadores se tomaban este aspecto del juego tan en serio que las
preparaciones de los torneos se llegaron a hacer en balnearios. En el
año 1953, de cara a la preparación del torneo de candidatos al título
mundial de Zurich, el equipo nacional soviético (compuesto por Smyslov,
Keres, Bronstein, Petrosián, Geller, Kótov, Taimánov, Averbaj y
Boleslavski) estuvo dos semanas dedicándose exclusivamente a la
preparación física, con entrenadores de natación, atletismo y
especialistas en dietética. Solo a partir de la tercera semana empezaron
a tocar el tablero.
Es más, hay que subrayar que algunos grandes maestros soviéticos
destacaron en otros deportes. Puede mencionarse a Keres, que fue varias
veces campeón nacional de tenis en la Estonia independiente, a Geller,
notable jugador de baloncesto, y a Spassky, que corría los 100 metros en
11 segundos.
Otro aspecto a destacar del sistema de preparación era el minucioso
estudio de las aperturas. Botvínnik cuenta que cuando se preparaba para
jugar el match con el checoslovaco Salomon Flohr en 1933, analizó más de
100 partidas suyas antes de decidir qué aperturas tenía que jugar. Casi
30 años después, Botvínnik atribuyó su triunfo en el match de revancha
en 1961 por el título mundial contra Mijaíl Tal a la floja preparación
de éste en las aperturas.
El simple estudio de las partidas ya consumía para los ajedrecistas
soviéticos cientos de horas y meses de estudio. Esto les permitía
extraer conclusiones sobre las cualidades y los defectos de los
adversarios. También jugaban un papel importante las partidas de
entrenamiento, en las cuales se sometían a prueba nuevas variantes y se
podían corregir defectos del jugador, llevando las partidas a posiciones
en el tablero que no eran de su agrado.
Los soviéticos le daban mucha importancia al estudio de las tres
fases del juego (apertura-medio juego-final), en coherencia con una
visión dialéctica del mundo, que no concibe las fases del juego como
aisladas entre sí. Siguiendo el consejo de Capablanca, que decía que “el ajedrez se aprende empezando por el final”,
en las escuelas se hacía especial hincapié en que los niños aprendieran
a manejarse en diversos tipos de final de partida, para aprender la
autonomía de las piezas y su técnica de manejo (cosa que dio lugar a la
expresión periodística sobre “la técnica soviética”), saber en qué casos
un alfil es superior a un caballo, etc.
Al mismo tiempo, se analizaban las aperturas en conexión con el medio
juego, o inclusive con un posible final de partida, en la que uno u
otro bando tenga una desventaja estructural. De hecho, la importancia
que se le da hoy en día al hecho de que, tras los primeros movimientos,
un bando se queda con una o dos islas de peones y otro con dos o tres
islas[5], quedando éste en inferioridad estructural, es una aportación
típicamente soviética. Mediante el estudio de este aspecto del juego
querían saber qué variantes de una apertura permitían llegar a una
ventaja ganadora.
Y es que anteriormente, había una tendencia a analizar
superficialmente las variantes de una apertura, y limitarse a decir que
tal o cual bando tenía ventaja. Los soviéticos quisieron ir más lejos,
experimentando con las aperturas llevándolas hasta el medio juego, para
averiguar de qué manera esa ventaja estratégica podía convertirse en
victoria. La mayor preparación que tenían en el estudio del desarrollo
del medio juego pudo constatarse en una partida de un match Estados
Unidos-URSS de 1945 entre Smyslov y Reschevsky, en la que tras la jugada
20, Smyslov apenas había gastado 6 minutos de reloj, mientras que
Reschevsky, que era un genio natural, ya se encontraba apurado de
tiempo.
Por último, los especialistas soviéticos consideraban que otro
requisito para alcanzar el mayor nivel ajedrecístico era tener una buena
cultura general y variados intereses intelectuales. Se pueden mencionar
al respecto los trabajos de Botvínnik en el campo de la ingeniería
eléctrica, el talento musical de Taimánov y Smyslov, o el hecho de que
Kárpov haya sido catedrático de economía en la Universidad Lomonósov de
Moscu. Ello se hacía valer oponiéndolo al limitado horizonte intelectual
de algunos jugadores de Occidente como Bobby Fischer, que abandonó la
escuela secundaria para dedicarse al ajedrez.
Volvamos a la trayectoria Botvínnik. Durante los años 30, los
maestros soviéticos eran prácticamente desconocidos en Occidente, hasta
que llegó Botvínnik, a quien se le dio un permiso para jugar torneos de
la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), con la condición de que
ganara. Botvínnik pronto alcanzó la élite mundial, ganando en el torneo
de Moscú de 1935, por delante de Lasker y Capablanca, y ganando contra
Alekhine en el torneo AVRO de Holanda de 1938, donde quedó tercero. Por
ello, la popularidad de Botvínnik en la URSS llegó a ser inmensa: todo
el mundo, hasta gente analfabeta, sabía por todos los rincones de la
URSS quién era Mijaíl Botvínnik.
Tras la II Guerra Mundial, Botvínnik fue miembro del equipo nacional
que venció en todas las olimpiadas de ajedrez entre 1952 y 1964. Fue en
la olimpiada de Helsinki 1952 cuando se empezó a ver quién iba a dominar
el ajedrez mundial. Era la primera vez que la URSS participaba como
equipo nacional, además con la incorporación del genial jugador de
ataque Paul Keres (gracias a la incorporación de Estonia a la URSS). En
aquel torneo se constató lo que todo el mundo ya sospechaba antes: ya en
1948, de los cinco aspirantes individuales al título mundial (que en
teoría deberían haber sigo seis, pero el estadounidense Reuben Fine
renunció a su plaza), estaban el holandés Euwe y el estadounidense
Reshevsky como jugadores no soviéticos, y los otros tres eran Botvínnik,
Keres y Smyslov. Era normal sospechar que algo estaba a punto de
irrumpir. En las Olimpiadas de 1952, la URSS aplastó al resto de
equipos, incluyendo a los Estados Unidos, que habían ganado las
anteriores cuatro ediciones. El sueño de Lenin se había hecho realidad.
Cabe subrayar el hecho de que incluso era más difícil ganar el
campeonato nacional de la URSS que el propio título mundial. Ello se
debía a que para clasificarse para el campeonato mundial había que jugar
un torneo zonal, y luego otro interzonal, del que se clasificaban ocho
jugadores para disputar el torneo de candidatos al título mundial, y del
cual no se podían clasificar más de tres jugadores con la misma
nacionalidad. Pero en cambio jugar el campeonato nacional de la URSS
suponía tener que enfrentarse a Keres, Smyslov, Geller, Petrosián,
Bronstein, Taimánov, Averbaj, Kótov, Tal, Tolush, Boleslavsky, y un
largo etcétera. En la XIX edición del campeonato en 1951, Keres se hizo
con el título de campeón nacional, ¡mientras que Botvínnik, que era el
campeón del mundo reinante, quedó en quinto lugar! Otro apunte para
ilustrar lo tremendamente competitivo que era el campeonato es que el
mismísimo Gary Kaspárov nunca fue capaz de ganarlo en solitario: de sus
cuatro participaciones, fue noveno en 1978, segundo en 1979, y empató en
el primer puesto con Psajis en 1981 y con Kárpov en 1988.
Cuando se habla de la escuela soviética de ajedrez, muchas veces se
piensa en jugadores de ataque con un estilo de juego dinámico, rápido y
agresivo. Pero Botvínnik era un jugador muy posicional. La clave de su
éxito residía en sus rigurosos estudios de las aperturas, muy por encima
de cualquier otro jugador de la época, en un cálculo profundo y en una
aguda técnica en los finales. Su estilo de juego era poco apasionante,
con planteamientos muy lógicos, pero profundizaba como nadie en las
posiciones, por lo que era muy difícil ganarle, debido a la solidez de
su juego. Sabía explotar la más mínima ventaja que le concediera el
rival, estilo de juego emulado posteriormente por jugadores como
Petrosián o Kárpov. A partir de 1960 se dedicaría al desarrollo de
programas informáticos de ajedrez y a la formación de jóvenes
ajedrecistas. Gary Kaspárov y Anatoli Kárpov se encontrarían entre sus
alumnos.
Considerado en su época como el mejor jugador de la historia, fue el
paradigma del jugador soviético: jugador muy estudioso, que se preparaba
mucho las partidas, con un estilo muy profesional. Con él, el ajedrez
se convirtió en una verdadera ciencia, demostrando que una buena
preparación era la clave de un éxito duradero. Su dedicación era tal,
que él, que detestaba el humo de los cigarrillos, se acostumbró a jugar
partidas de entrenamiento con Viacheslav Ragozin, fumador asiduo,
pidiéndole que fumara constantemente mientras jugaban.
Después de Botvínnik vinieron todos los demás jugadores soviéticos
que dominaron el ajedrez mundial de manera ininterrumpida hasta la caída
de la URSS, si exceptuamos el breve periodo de Bobby Fischer entre
1972-1975, tras su victoria en el “match del siglo” que le enfrentó a
Spassky. Estos jugadores fueron los siguientes: el ruso Vassili Smyslov
(1957-1958), el letón Mijaíl Tal (1960-1961), el armenio Tigrán
Petrosián (1963-1969), el ruso Boris Spassky (1969-1972), el ruso
Anatoli Kárpov (1975-1985) y el ruso-armenio Gary Kaspárov (1985-1990).
Después, tras la caída de la URSS, los rusos Anatoli Kárpov y Alexander
Jálifman se siguieron proclamando vencedores del campeonato mundial de
la FIDE entre 1993 y 1999, mientras que en el campeonato mundial de la Professional Chess Association[6], los rusos Gary Kaspárov y Vladimir Kramnik mantuvieron el título mundial entre 1993 y 2004.
En cuanto al Campeonato del Mundo de Ajedrez femenino, éstos son los
nombres gloriosos de las jugadoras que llevaron en alto la bandera de la
URSS a partir de 1949: la ucraniana Liudmila Rudenko (1949), la rusa
Elizavieta Bykova (1953-1959), la georgiana Nona Gaprindachvili
(1962-1975) y la georgiana Maia Chiburdanidze (1978-1988).
Un legado que pervive
Hoy la URSS ya no existe, pero la influencia del ajedrez soviético se
sigue manteniendo a día de hoy, tanto en el plano de la enseñanza como
en las competiciones de alto nivel. Las escuelas de Moscú y San
Petersburgo en Rusia y las de Kiev, Odessa y Lvov en Ucrania se
mantienen entre las líderes del mundo, pero las escuelas de países
anteriormente pertenecientes a la URSS, principalmente Armenia, Georgia y
Azerbaiyán, compiten con éxito con las rusas y ucranianas. Hoy, es
imposible hablar de la historia del ajedrez sin mencionar a los Grandes
Maestros de la era soviética, a la vez que su enriquecimiento de la
teoría ajedrecística ya es patrimonio de todas las academias y escuelas a
lo largo y ancho del mundo.
Estos inmensos logros de la URSS en el campo ajedrecístico son
inseparables del socialismo como formación socio-económica superior al
sistema capitalista. Existe una ligazón estrecha entre socialismo y
ajedrez, tanto por sus beneficios en la educación de los niños
(desarrollando en ellos valores éticos), como por ser un deporte que
estimula la mente, además de fomentar la capacidad de análisis y
reflexión, la capacidad de decisión, la creatividad y el espíritu
crítico.
Ni que decir tiene que, debido a la influencia soviética, la
popularidad del ajedrez conoció un auge creciente en el resto de países
de la comunidad socialista o en aquellos que en día iniciaron la senda
del socialismo. Finalizaremos este artículo con una serie de datos que
en la actualidad demuestran claramente la huella de la Revolución de
Octubre y la construcción socialista en el siglo XX en el ajedrez
mundial:
- Tras la caída de la URSS, en todos los Campeonatos del Mundo de la FIDE celebrados entre 1993 y 2006, se proclamaron vencedores jugadores nacidos en países socialistas: como ya hemos dicho anteriormente, los rusos Anatoli Kárpov (1993-1998) y Alexander Jálifman (1999); el ucraniano Ruslán Ponomariov en 2002; el uzbeco Rustam Kasimdzhánov en 2004; el búlgaro Veselin Topálov en 2005, y el ruso Vladimir Krámnik en 2006 (con la excepción del Campeonato Mundial del año 2000 que fue ganado por el hindú Viswanathan Anand, no obstante jugando en la final frente al letón Alexéi Shírov).
- Esto era en cuanto a la categoría masculina. En el ajedrez femenino, hasta el día de hoy la dominación por parte de mujeres nacidas en países socialistas ha sido absoluta. Estos son los nombres de las campeonas: la china Xie Jun (1991-1993 y 1999-2001); la húngara y hermana de Judit Pólgar, Zsuzsa Polgár (1996); la búlgara Antoaneta Stefanova (2004); la china Xu Yuhua (2006); la búlgara Alexandra Kosteniuk (2008); la china Hou Yifan (2010, 2011, 2013 y 2016) y las ucranianas Anna Ushenina (2012) y Mariya Muzychuk (2015). En el momento de escribir estas líneas, se estaba jugando en Teherán la final del Campeonato Mundial de Ajedrez femenino entre la china Zhongy Tan y la hermana de Mariya Muzychuk, Anna Muzychuk. Todos estos datos nos demuestran hasta qué punto la cuestión del feminismo debe ir unida al comunismo.
- En cuanto a las Olimpiadas de Ajedrez, también es preciso decir que en la categoría masculina se han proclamado vencedores de manera ininterrumpida países socialistas o países de la antigua URSS entre 1992 y 2014 (hasta que en 2016 los Estados Unidos de América se hicieron la medalla de oro): Rusia (1992-2002); Ucrania (2004 y 2010); Armenia (2006-2008 y 2012) y República Popular China (2014). Huelga subrayar que en las últimas Olimpiadas, en las que los Estados Unidos se proclamaron vencedores, Ucrania y Rusia se hicieron respectivamente con la medalla de plata y la medalla de bronce.
- En la categoría femenina de las Olimpiadas, los países ganadores han sido, después de Hungría en 1988 y 1990, Ucrania (1992 y 2006); Georgia (1994-1996 y 2008); República Popular China (1998-2004 y 2014-2016); y Rusia (2010-2012).
- En cuanto al ranking mundial de la FIDE[7] (que es algo así como el equivalente del ranking de la ATP en Tenis), hay que decir que en los últimos años han desaparecido de los primeros puestos muchos jugadores provenientes de la antigua URSS (aunque encontramos [8], entre otros, a Krámnik en el 4º puesto, a la joven promesa rusa Serguei Karjakin en el 8º, y al cubano Leinier Domínguez en el 22º, un dato que dice mucho sobre los logros de la revolución cubana). Pero en lo que respecta a la clasificación exclusiva de mujeres [9], vemos que entre los diez primeros puestos encontramos a dos chinas, dos ucranianas, dos rusas, una lituana y una búlgara.
- Si en cambio miramos en la página web de la FIDE la clasificación por países [10] (mujeres y hombres confundidos), vemos que Rusia está en el primer puesto, la República Popular China en el 3º, Ucrania en el 4º, Azerbaiyán en el 6º, Polonia en el 8º y Armenia en el 10º.
[1] El ajedrez femenino existe por separado porque, hasta ahora, para
la mayoría de las mujeres resulta muy difícil llegar a la élite
mundial. Si en edades infantiles participan en torneos un 17% de chicas,
este porcentaje se va reduciendo con la edad, para llegar a solamente
el 2% de mujeres adultas que participan en torneos internacionales. Sólo
ha habido un caso de mujer capaz de hacerle frente a la élite mundial,
la húngara Judit Pólgar, que llegó a alcanzar el octavo puesto del
ranking mundial de la FIDE en 2005 (hoy la china Hou Yifan no llega a
estar entre los 100 primeros puestos). Es por ello que en ciertos
torneos existen las categorías femenil y varonil. Sin embargo, en muchos
torneos (particularmente a nivel magistral) no está prohibido que las
mujeres se inscriban en la categoría de los varones. Sin ir más lejos,
en 2002 Pólgar venció a Gary Kaspárov en el torneo Rusia contra el resto del mundo, siendo la primera mujer en conseguirlo.
[2] Wilhelm Steinitz (Praga, 1836-Nueva York, 1900), primer campeón
del mundo oficial de la historia en 1886, es considerado el primer
teórico que intentó explicar el ajedrez de forma científica. Precursor
del juego estratégico, estableció muchos de los principios en los que se
basaría después el moderno juego posicional.
[3] Corriente filosófica ajedrecística de los años 20 que reaccionó
contra los postulados del ajedrez moderno de finales del siglo XIX que
defendían que en la apertura lo fundamental era el control del centro
del tablero. La escuela hipermoderna planteó nuevas formas de atacar el
centro desde los costados, usando los caballos y peones laterales y
sacando los alfiles por las casillas en fianchetto (por las casillas b2,
g2, b7 o g7), y desarrollando un plan independiente sin preocuparse al
principio de las intenciones del contrincante de ocupar las casillas
centrales.
[4] Alekhine fue un personaje polémico y sobre todo oportunista. Se
dice que apoyó la Revolución de Octubre, pese a ser de origen
terrateniente-burgués. En 1919 fue encarcelado en Odessa acusado de
espionaje a favor del Ejército Blanco. En la cárcel, tras jugar unas
partidas con Trotski, consiguió el favor de éste para ser liberado, tras
lo cual emigró a Francia, donde Alekhine adoptó la nacionalidad
francesa en 1925. Se sabe que bajo la ocupación alemana de Francia,
colaboró con los nazis al redactar varios artículos con un marcado
contenido antisemita, lo que le permitió jugar torneos bajo territorio
ocupado. Tras la guerra se refugió en el Portugal de Zalazar donde murió
en 1946.
[5] La expresión ‘isla de peones’ se refiere a una cadena de peones
separada de otra cadena de peones, por una o varias columnas. Así, tras
distintos cambios de piezas, en una partida lo normal es que en cada
bando haya dos, tres o hasta cuatro islas de peones. El hecho de tener
varias islas de peones es en sí mismo una debilidad estructural, porque
supone la existencia de una columna abierta, aprovechable para una
torre, y sobre todo porque supone que hay un peón que ya sólo puede ser
defendido por un peón y no dos.
[6] En 1993 se produjo un cisma en la FIDE, cuando Gary Kaspárov y el
aspirante al título mundial Nigel Short se enfrentaron a la FIDE, a la
que acusaron de corrupción y falta de profesionalismo. Ambos rompieron
con la federación y decidieron crear la Professional Chess Association
(PCA), que entre 1993 y 2006 organizó sus propias competiciones
internacionales. Con la salida de Kaspárov, la FIDE le despojó de su
título de campeón de mundo, lo que permitió que Kárpov volviera a ganar
el título mundial en varias ocasiones. En 2006 las dos organizaciones
llegaron a un acuerdo para celebrar un match de “unificación” por el
título mundial. Hoy la FIDE vuelve a ser la única organizadora oficial
del campeonato mundial.
[8]Esta clasificación cambia constantemente, entonces nótese que lo
que decimos siempre es en relación al momento en que se escriben estas
líneas.
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